Rafa Arroyo y Marián Martínez.
Este texto es una reflexión acerca de lo bonito y saludable que es comer los productos de temporada que nos ofrece la naturaleza, y la vasta sabiduría popular vinculada a ello.
Por ejemplo, el tomate, el melón o la sandía … claramente son productos de verano, ricos en agua y minerales, que nos protegen de la deshidratación. No tiene mucho sentido comerlos en invierno, y menos aún cuando en esas fechas se obtienen a base de química y forzado del cultivo y no son ni ricos ni saludables. Pero hay mil ejemplos.
La naturaleza es sabia y nos ofrece en cada momento lo que necesitamos. Por eso, adaptar nuestra alimentación a los ciclos naturales es fundamental, entiendo que es muy saludable comer productos de temporada, «cada cosa en su tiempo».
En estos días, las peras de San Juan son un gran ejemplo, pero también lo fueron las naranjas en invierno, las habas en abril o las cerezas hace bien poquito.
De hecho, la naranja es famosa por su alto contenido en vitamina C, pero, cuando se acaba su temporada ¿cómo suplimos esta vitamina? La naturaleza nos prepara las ricas cerezas y después el melón y los ricos pimientos rojos, para enlazar de nuevo con la naranja, ¿has visto qué facil?
En el caso de la pera… viene a continuar los betacarotenos que nos fue aportando la zanahoria y remolachas del invierno. Para que nuestras defensas no bajen y nuestra piel siga protegida de los rayos del sol. Pero la pera, sobretodo, aporta frescor, fibra y agua, para pasar mejor las tardes de verano.
Tenemos que recuperar estos hábitos de consumo saludables, e informar de ellos a nuestros familiares y amigos, y también a nuestros agricultores cercanos, para que se reencuentren con la sociedad.