Huerta y Poesía: LA MANZANA

Por Isabel Montes

Estaba la otra tarde en la piscina, cuando una amiga abrió su tupper para ofrecernos compartir su magnífica merienda, un revuelto de frutas de temporada de la huerta de Cabra, peladitas, fresquitas, con espléndido aroma, color y SABOR. Y lo mejor: una inyección de vitaminas para chicos y grandes. El cóctel frutal de mi amiga tenía melón, sandía, melocotón y manzana (¡qué bien saben, qué vista tienen, y qué bien huelen!).

Mientras merendábamos recordé cómo al ponerse en marcha nuestra Asociación temíamos tener un déficit en nuestras cestas con la fruta, cómo se ha ido, temporada tras temporada, solventando este problema que nunca fue, y cómo cada semana venimos contando con magnífica fruta ecológica y de canal corto, no solo de Cabra, también de Carcabuey, Palma del Río, Torres, Frailes…

Recientemente se nos ha incorporado a la cesta una fruta sencilla, de andar por casa, de toda la vida, que ya se hizo famosa allá al principio de los tiempos, en el Paraíso. En su honor traigo a este rincón de nuevo a Neruda.

ODA A LA MANZANA
Siempre
eres nueva como nada
o nadie,
siempre
recién caída
del Paraíso:
plena
y pura
mejilla arrebolada
de la aurora!
Qué difíciles
son
comparados
contigo
los frutos de la tierra,
las celulares uvas,
los mangos
tenebrosos,
las huesudas
ciruelas, los higos
submarinos:
tú eres pomada pura,
pan fragante,
queso
de la vegetación.
Cuando mordemos
tu redonda inocencia
volvemos
por un instante
a ser
también recién creadas criaturas:
aún tenemos algo de manzana.
Yo quiero
una abundancia
total, la multiplicación
de tu familia,
quiero
una ciudad,
una república,
un río Mississipi
de manzanas,
y en sus orillas
quiero ver
a toda
la población
del mundo
unida, reunida,
en el acto más simple de la tierra:
mordiendo una manzana.
Pablo Neruda.

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