Por María Tesías Herrera
Durante los meses de verano, la Asociación Subbeticaecológica expone para todas las personas interesadas un resumen y aproximación de su actividad y la relación que tienen con la salud los alimentos producidos bajo la lógica de la naturaleza, es decir la ecología.Dicha exposición se muestra en la vitrinas que para ello cuenta, en la entrada principal, el Hospital Infanta Margarita, situado en Cabra en la comarca Subbética de Córdoba.
Lo que acontece, tanto en los campos donde se cría el ganado y los cultivos de alimentos, como en las aguas de donde proceden los pescados que comemos, tiene una gran repercusión en la salud de las personas que componen una sociedad.
Buscando la relación entre la Asociación Subbética ecológica con la Institución Sanitaria he encontrado cómo en Andalucía, cada Consejería se ocupa de los distintos aspectos de la vida en comunidad, pero esos aspectos no son estancos dado que se relacionan en la vida real. Como recuperando la cita de Hipócrates, “que tu medicina sea tu alimento, y que tu alimento sea tu medicina”, la sinergia entre la Consejería de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente con la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas Sociales, quiere redundar en la mejora de la población andaluza como muestra la Salud en todas las Política (STP/HIAP) del IV Plan Andaluz de Salud, (Pág. 19, 20 y 137).
Por otro lado, la Consejería de Agricultura y Pesca editó un texto en el año 2008 que es hoy un referente básico en alimentación ecológica, calidad y salud. En el prólogo de dicho texto, José L. Porcuna, ex presidente de SEAE, describe cómo la oferta de alimentos del mundo moderno es cada vez más especializada y sofisticada; cómo cada día aparecen en los mercados nuevas gamas de productos con propiedades alimenticias o medicinales. La incorporación de bífidus, vitaminas, ácidos de distintos rangos, etc., es ya algo habitual en la elaboración de los alimentos. Sin embargo, a pesar de esta sofisticación, muchos consumidores perciben que la mayoría de los alimentos están perdiendo sus características tradicionales más elementales: el color, el sabor y sus propiedades nutricionales. Ante esta situación muchos consumidores se preguntan si “el pan es pan y el vino es vino”.
Los distintos informes que publica cada año la Unión Europea en cuanto a la presencia de residuos químicos en los alimentos, ponen en evidencia que aún existe un porcentaje considerable de estos que contienen niveles de plaguicidas que superan los límites máximos establecidos (LMR). Y esto se produce a pesar de que, en los países desarrollados, los controles y el seguimiento de la utilización de pesticidas es cada vez más riguroso y preciso.
Si bien es cierto que los alimentos ecológicos no contienen residuos de plaguicidas en niveles significativos, como así aparecen en todos los estudios realizados en nuestro país y fuera de él, no menos importante, continúa Porcuna, es que la mayoría de los alimentos ecológicos contienen otras cualidades en cuanto al contenido en materia seca, proteínas, minerales, vitaminas, etc., muy superiores a la de alimentos convencionales.
Todos estos aspectos, entre otros, son analizados, documentados y valorados con rigor y precisión por la Dra. Dolores Raigón, que en base a sus numerosos estudios ha elaborado el texto que se ha mencionado más arriba, y que se denomina: “Alimentos ecológicos, calidad y salud” (2008), editado por la Junta de Andalucía. Consejería de Agricultura y pesca, y la Sociedad Española de Agricultura Ecológica (SEAE).
La información que se recoge en el texto es necesaria, importante y oportuna, de tal suerte que no puede dejar insensible a la sociedad en general, especialmente a los padres, a los educadores, a los profesionales de la medicina, a los investigadores o a los deportistas… Tampoco debe dejar insensible la obra a los responsables políticos de la alimentación y la salud de los ciudadanos. Si es cierto, que somos lo que comemos, o como le gusta decir a la autora “somos lo que asimilamos”, no cabe duda de que a la luz de la información recogida en esta obra, se hace necesaria una alternativa de consumo agroecologica que puede mejorar nuestra alimentación, nuestra salud y la salud del propio planeta.
La Dra. Raigón, nos introduce en la obra mediante la contextualización del campo desde el cuarto decenio del siglo XX en España y en los países occidentales, en la llamada “Revolución Verde”. Desde 1940 se han estado produciendo intensos cambios tecnológicos en la agricultura. La consecuencia directa ha originado lo que se conoce como agricultura intensiva, que desarrolló un modelo de agricultura industrializada, basada principalmente en el empleo de fertilizantes químicos y productos fitosanitarios de síntesis, así como en la introducción de nuevas variedades de aspecto más atractivo y en la mecanización de los cultivos.
Una de las consecuencias inmediatas de estas técnicas agronómicas fue el incremento de los rendimientos por unidad de superficie. Sin embargo, a largo plazo se ha observado que la implantación de estas prácticas ha generado una disminución de los incrementos de la productividad, un incremento del coste energético (energía utilizada/energía obtenida), una pérdida de la fertilidad y aumento de la erosión de los suelos, una contaminación de los recursos naturales y del medio ambiente en general, así como una pérdida integral de la calidad de los alimentos, que abarca desde la disminución de su valor nutritivo, hasta el incremento de patologías asociadas a su composición química.
Los riesgos potenciales, tradicionales más importantes asociados a la dieta humana son la contaminación microbiológica y el desequilibrio nutricional, pero ahora además se suman los contaminantes medioambientales, tóxicos de diversas naturalezas, residuos de plaguicidas y aditivos alimentarios.
Los productos fitosanitarios aumentan los rendimientos de las cosechas, pero contaminan frutas y verduras, los materiales empleados en el embalaje, y que en principio están diseñados para proteger, pueden traspasar determinados tóxicos a los alimentos, y los aditivos empleados para conservar la comida pueden causar alergias e intolerancias, véase el texto de Nicolás Olea.
Es curioso destacar que los objetivos marcados dentro de los planes de producción vegetal, en el establecimiento de la llamada agricultura intensiva o convencional, de la “Revolución Verde” han estado centrados principalmente en el aumento de la productividad por encima de la búsqueda de productos de óptima maduración, nutricionalmente equilibrados, con disminución de los niveles de tóxicos, etc. De la misma manera, la obtención de alimentos de origen animal se ha basado principalmente, en el
aumento de los rendimientos, olvidando en el proceso ganadero, factores vinculados al bienestar animal, a la alimentación sana y equilibrada de los animales y, como consecuencia, a su repercusión en la composición de los alimentos de ellos derivados. El valor nutricional, ha sido un factor insignificante en todo el proceso de industrialización de la agricultura y ganadería.
El marco legal establecido por la Unión Europea para la producción ecológica vegetal y animal se inscribe en un contexto más general, como es el de la política de calidad de los productos agropecuarios. Esta política que nació a comienzos de 1990, pretende responder a la demanda cada vez más acuciante de los consumidores de productos específicos, frente a la creciente estandarización de los productos convencionales.
Las técnicas agroalimentarias de producción ecológica tienen unos marcados efectos positivos sobre la calidad final de los alimentos, por un lado inciden en la disminución de la contaminación por sustancias nocivas, y por otro lado tienen una relación directa sobre la composición nutricional y equilibrada de los alimentos, así como en la mejora de las cualidades organolépticas. Con todo ello, los alimentos ecológicos tienen unas consecuencias positivas sobre la salud porque en el proceso de producción se garantiza la ausencia de residuos químicos.
En consecuencia, los resultados mostrados en el texto de la Dra. Raigón ponen de manifiesto, los beneficios nutricionales y sanitarios que pueden aportar sobre la dieta los alimentos producidos bajo sistemas ecológicos, a la par de eliminar riesgos de contaminación medioambiental, asociados a los sistemas de producción agrarios y ganaderos (véanse los videos 1 y 2)
Podemos acabar mencionando el proverbio ayurveda que dice así: “Cuando la alimentación es mala, la medicina no funciona; cuando la alimentación es buena, la medicina no es necesaria”.