Reflexiones de María y Alejo, como representantes de la delegación de Subbética Ecológica en una jornada agroecológica en Cazalla de la Sierra (Sevilla) celebrada el pasado 6 de octubre de 2012.
Son las doce de la noche.
Estamos en una habitación que tiene Enrica, en la parte de arriba de su restaurante (www.cortijovistalegre.es) que tiene como lema «bueno, limpio y justo».
Nos ofreció quedarnos y lo aceptamos. Ha sido una estupenda anfitriona que nos atendió con esmero y detalle. En los momentos en que escribo estas líneas, Enrica debe de estar disfrutando de un merecido descansando tras la agotadora jornada.
Son 196 Km desde Cabra por el camino más corto, dos horas y media en tiempo; de noche ya, preferimos quedarnos y disfrutar del paisaje por la mañana. Sin prisa por regresar, y seguir dialogando con la gente.
El Paisaje bonito, de monte, recuerda algo la sierra de Cadiz por los palmitos y alcornocales, encinas y quejigos, propios de la sierra mediterránea. En las zonas más altas suelo ralo, sin vegetación y piedras grandes, como en la Atalaya de Cabra o en las laderas de la Ermita de la Sierra. Asnos, burros y caballos en convivencia pacífica con toros en las dehesas; vacas y algunas cabras salpicadas por los montes. Es el panorama que contemplamos desde el coche.
Unas quince personas había en la sala. Habló primero Paula, de Red de Semillas de Andalucía. Nos habló de la importancia de usar semillas autóctonas para recuperar y no perder la biodiversidad de especies adaptadas a la zona, en cuanto al clima, manejo de recogida, siembras y cuidados de las plantas del lugar. Comentó sobre la autonomía que confiere al agricultor y a la población del lugar, el uso de semillas propias, el hacer semilleros y no tener que ir a comprarlas; lo que se denomina soberanía alimentaria.
Gestionan un banco de semillas en Sevilla. Hacen talleres para enseñar a personas que nunca han sembrado ni recogido semillas. Realizan intercambio de semillas dos veces al año y renuevan cada dos años todas las semillas. Están en contacto con los productores, y les proporcionan semillas a cambio de otras. Para participar del intercambio solo hay que aportar semillas de una variedad autóctona del lugar de procedencia.
Después habló Manolo Reina, un técnico de la certificadora CAAE. Nos comentó que es una empresa privada sin ánimo de lucro, esto último quiere decir que los beneficios de la empresa se reinvierten en su totalidad en mejora para la empresa. Hay dos tipos de socios del CAAE con diferente cuotas anuales. Nos contó el procedimiento para pedir una certificación, mucho papeleo y dinero. Pero necesario para cumplir con la normativa Europea. Es un dato que tranquiliza a los consumidores saber que ha sido reconocido el producto como ecológico. La certificación permite un producto reconocido, pero lo que abarata el producto ecológico es el canal corto de comercialización y directo. Da seguridad al consumidor, pero sobre todo colabora de manera indirecta al desarrollo, al cuidado medioambiental, y al sostenimiento social local. Es importante que al solicitar la certificación de un campo se planifique bien, para incluir en el documento todo lo que en un futuro se va a poner en ecológico, ya que debe quedar registrada la existencia, en el mismo campo de todas las variedades de cultivos y árboles presentes en el momento.
Por último hablamos nosotros, Alejo y María,
hicimos la exposición en conjunto, apoyándonos para decir todo lo que se nos ocurría de cada diapositiva, y contestar a las preguntas que nos iban haciendo. Se interesaron por la forma de venta en formato cestas. Por el precio y el peso de cada cesta. Les preocupa que el contenido de la cesta esté cerrado, porque hay alimentos que no les gustan. Pero descubrimos que era porque desconocen formas diferentes de cocinar los alimentos. Por ejemplo el membrillo solo lo conocían para hacer carne de membrillo. Les dijimos que para minimizar ese problema lo que hicimos nosotros fue introducir recetas en la página web, compartiendo sabiduría popular y rescatando recetas antiguas o de otros lugares. Les llamó la atención que en poco tiempo hayamos conseguido hacer tantas cosas, como organizarnos en forma de asociación, realizar múltiples talleres y actividades. Que las cosas las hagamos en forma de simple voluntad sin pedir dinero a cambio.
El aumento de consumidores y sobre todo de productores que han visto como éste podía ser un medio de vida digno, gratificante y fuente de ganancia, generadora de riqueza de sus tierras de cultivo. Les dijimos también que a parte del desarrollo económico en la comarca, contribuye al mantenimiento de la biodiversidad, cuidamos del medio ambiente, y extendemos una red de relaciones sociales entre todos los socios. También hablamos del interés que muestran los medios de comunicación por nuestra actividad y la difusión que le damos asistiendo a programas de radio por ejemplo.
El restaurante que regenta Enrica y su marido Antonio, respeta los criterios reunidos con la definición slow food Km 0. Reducir la emisión de CO2 procedente del transporte; favorecer el consumo de productos locales, comarcales, y territoriales; incentivae la venta directa de los productos del pequeño productor al consumidor, restaurantes y comedores colectivos. Enrica nos invitó a comer y nos puso un menú ecológico, realizado con los productos de temporada de las huertas de la zona: Crema de calabaza, esquisita; puchero de garbanzos muy tiernos con verduras, y como entrante, tapas de salmorejo con jamón y huevo de codorniz sobre un pan hecho con levadura madre como nos hacía nuestro panadero de cabecera Antonio.
Ha sido una agradable experiencia.