Historia de las huertas y el agua ….

La historiadora egabrense y amiga de Subbética Ecológica, Lourdes Pérez Moral, nos ha remitido un texto correspondiente al libro publicado por Yodob Asiul en 1875 bajo el título de «La indispensable guía de Córdoba y su provincia«

Es realmente curiosa la descripción que en él se hace de Cabra y como resalta valores vinculados al agua y a la agricultura.

«Comprende este término unos 33.100 aranzadas de tierra, de que la inmensa parte es una feraz y productiva: tiene sobre 750 huertas y más de 20 huertos dentro y en los alrededores de la población: riegánlo muchas fuentes, como son la de la Nava Lobo, Jarcas, Altas y la llamada Fuente del Río, que nace al pié de las sierras de Cabra a un cuarto de legua de la población; presenta este sitio uno de los paisajes más bellos, teniendo de frente una alta sierra de piedra con multitud de agujeros, por donde salen otros tantos caños de agua que cae despeñándose formando una balsa de espuma, y a los lados cuatro acequias de construcción árabe que llevan el agua a distintos pagos de huertas de que está rodeado aquel sitio, y a la derecha se percibe el ruido del martinete que la curiosidad lleva a ver y que más tarde describiremos.

Esta fuente, después de regar unas 570 huertas y abastecer la población, forma el río de Cabra: la primera acequia da movimiento al Martinete, una fábrica de aserrar piedras, y a varios molinos harineros fertilizando el vado del Moro; la segunda va a los de la Vega, S. Franciso y Chorillo; la tercera fertiliza las huertas del camino de Priego, senda del Medio y Cruz de hierro, y mueve algunos molinos aceiteros del Conde de Altamira; y la cuarta se une a las sobrantes del arroyo y fuente de las Jarcas.

El río de Cabra corre de E. a O., tocando toda la estensión meridional del pueblo, y a su salida tiene un puente de piedra llamado Monjardín, cuyo arco está arruinado; en el camino de Lucena tiene otro muy bueno con dos arcos, antes del cual se le unen las aguas sobrantes del pueblo y acequias para regar dos leguas de huertas famosas por la abundancia y calidad de sus árboles frutales, aunque sus hortalizas no son muy sabrosas, hasta llegar a Monturque, que engrosado con los arroyos de Guadalazar, Granadillo, Sta. María y otros toma el nombre de este pueblo o de Aguilar.

El arroyo de Sta. María nace al N.E. de Cabra en las sierras de Camarena de la fuente de Villanueva, reúne otros varios riachuelos siguiendo la dirección S. hasta los llanos de Pavalora, tomando después la de O. hacia los Dávalos, y uniéndosele las aguas de Medinilla y los Frailes se inclina más tarde al NO., donde recibe los arroyos de Cañas, Vadohondillo y las Pozas y entra en el río de Cabra, en los llanos de Monturque.

El arroyo de las Pozas tiene su origen en la fuente de las Piedras, a un cuarto de legua en dirección N. del pueblo que nos ocupa, llamándose asó por suministrar aguas a unos pozos donde se cura el lino; riega algunas huertas, y corriendo hacia el NO. Recibe aguas de algunas salinas hasta el pago de Perulejo, donde desemboca el arroyo de Sta. María.

El Guadalmazán nace a la parte austral de las faldas de la Camorra y Cerro Lábrego, recibiendo las aguas de la fuente de Lebrija y del arroyo del Castillar; se dirije al O. riega algunas huertas y desemboca por el Bantan en el rio de Cabra. El Guadalmoral nace al NE. de este pueblo en el cerro de Cubillas y se dirige al término de Baena. El Bailón nace al pié de las sierras de Ntra. Sra. y pasando por entre Cabra y Zuheros corre hacia Baena a juntarse con el anterior. Y el Riofrio o Rico-pago, que divide por algunos puntos los términos de Cabra y Montilla, y tiene este segundo nombre por el pago que atraviesa llamado rico por los excelentes vinos que en él se cogen.

En la huerta llamada Baño de San Juan hay un riquísimo manantial de aguas que contienen muchas sales en disolución y gran cantidad de azufre y de una temperatura bastante baja; fueron analizadas por los Sres D. Juan Valdelvira, cuyos conocimiento e ilustración no olvidarán nunca los hijos de Cabra, D. Antonio García y D. José San Jinés, que confirmaron sus cualidades y eficacia en las afecciones cutáneas, en las hemorróides, llagas pútridas, vicio escrofuloso, flujos de sangre y blancos, diarreas crónicas, flatulencia, histérico, debilidades, enfermedades nerviosas, etc.; su dueño los ha hecho baños con buenas condiciones y a ellos acuden de muchas partes enfermos en busca de la salud».

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